Voluntariado, democracia y gobernabilidad en el Perú

El presente ensayo intenta trazar unas líneas base para la construcción de una propuesta de acción ciudadana responsable, participativa y vigilante, desde la promoción y el ejercicio...


Publicado el : 12/10/2021

“Quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad. Problema es, en efecto y por desgracia el Perú; pero también, felizmente, posibilidad”.

Jorge Basadre (“Perú: problema y posibilidad”, 1931)

Resumen:

El presente ensayo intenta trazar unas líneas base para la construcción de una propuesta de acción ciudadana responsable, participativa y vigilante, desde la promoción y el ejercicio de un voluntariado estratégicamente articulado con la sociedad civil, que contribuya con el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad en el Perú. Para una mejor comprensión y reflexión sobre la propuesta, el ciudadano y lector se encontrará con los dos ejes de la propuesta. Por un lado, el reconocimiento de las fortalezas del voluntariado en el Perú, que coadyuven con el desarrollo de una mayor conciencia ciudadana; y, por otro lado, la proyección de una visión país más unificado, desde la mirada y acción de un voluntariado, que permita generar una verdadera transformación social teniendo como objetivos específicos, el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad de nuestro país.     

Palabras claves: democracia, gobernabilidad, voluntariado y Bicentenario del Perú

El Bicentenario de nuestra Independencia Nacional nos interpela, como peruanos, a reflexionar de manera crítica sobre la historia de nuestro país. Transcurridos 200 años de vida republicana, los peruanos de hoy necesitamos hacer una pausa, mirarnos, reconocernos y valorarnos como auténticos hijos del Perú; orgullosos de haber nacido en esta hermosa tierra del sol. Este ejercicio de genuino civismo podría representar una gran oportunidad para sentarnos a dialogar y reconocer - en nuestro pasado -, el legado de los compatriotas que nos antecedieron para ponderar aquello se hizo bien y replicarlo; así como, evitar tropezar con las mismas piedras, que lamentablemente nos conducen al divisionismo y la desigualdad social. No posterguemos más este diálogo, tenemos la inmejorable oportunidad de marcar un hito en la historia de nuestro país para dejar un mejor legado a las futuras generaciones.

De acuerdo con el informe “Iniciativas de voluntariado durante la emergencia sanitaria” publicado por la Dirección de Voluntariado, órgano de línea de la Dirección General de Población, Desarrollo y Voluntariado del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, en el 2020, y durante el tiempo de pandemia de la COVID-19 se reportaron 800 iniciativas de voluntariado ejecutadas por 94 organizaciones en 17 regiones del país. Datos que sin duda nos invitan a pensar acerca de la capacidad de servicio y búsqueda del bien común que existe entre los peruanos. Asimismo, el informe señala que la mayoría de las organizaciones ha promovido - en esta coyuntura de emergencia sanitaria-, iniciativas para atender a “niños, niñas y adolescentes” (66%) y a la “ciudadanía en general” (49%). Todo ello nos confirma que el voluntariado como herramienta de articulación social posee enormes potencialidades.

En tal sentido, se podría formular una pregunta que nos invite a reflexionar sobre la temática del presente ensayo: ¿el voluntariado puede contribuir con el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad en el Perú? Considero que el voluntariado puede convertirse en un importante instrumento comunitario que impacte de manera directa en la formación ciudadana y luego se canalice esta transformación social para el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad en el Perú. Por ello, resulta fundamental entender primero qué es el voluntariado.

El voluntariado comprende actividades de interés general para la población, como actividades asistenciales, sanitarias, de servicios sociales, cívicas, de capacitación, culturales, científicas, deportivas, de cooperación al desarrollo, de defensa del medio ambiente, de saneamiento, vivienda, urbanismo, de defensa de la economía o de la investigación, de desarrollo de la vida asociativa, de promoción del voluntariado entre otras de naturaleza análoga, tendientes al bien común. (Ley Nº 28238 - Ley General del Voluntariado, 2017, art.º 4.1).

Cabe mencionar que, en nuestro país, el Sistema Nacional de Voluntariado (Sinavol) se encuentra adscrito al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, ente rector que orienta y acompaña el accionar de las más 300 organizaciones de voluntariado ubicando a nuestro país en el puesto 65 de 145 países a nivel global, según el “World Giving Index”, realizado por Charities Aid Foundation (CAF), en el 2018. 

Fortalezas del voluntariado en el Perú

Considero que el voluntariado puede contribuir con el fortalecimiento de la democracia y gobernabilidad en el Perú, puesto que, esta importante herramienta de articulación social presenta valiosas fortalezas que vinculadas con creatividad sumarían al desafío mayor. Así pues, en la práctica del voluntariado en nuestro país se pueden identificar primordialmente tres fortalezas. Primero, los voluntariados son agrupaciones o colectivos ciudadanos que orienta sus esfuerzos de manera proactiva y desinteresada buscando atender las múltiples necesidades sociales que presentan las diversas poblaciones del país, principalmente de aquellas socioeconómicamente más desfavorecidas o vulnerables. Por ejemplo, en nuestro país las organizaciones de voluntariado ejercen su práctica atendiendo diversos sectores o temáticas: educación, salud, apoyo social, nutrición, empoderamiento femenino, liderazgo juvenil, etc.

Segundo, las agrupaciones de voluntariado basan su accionar considerando la práctica de importantes valores sociales. Al respecto, la Agencia para el Voluntariado y las Asociaciones de Bizkaia, España (2006) destacan los siguientes: “la solidaridad, la participación, la organización y la gratuidad” (p. 16). Por lo tanto, el hecho de que los voluntarios puedan incorporar estos valores sociales a su formación personal, sin duda, representa un aporte a la concientización de la ciudadanía. Asimismo, el desarrollo de valores sociales desde la práctica del voluntariado contribuye en la formación de una ciudadanía no solo más responsable de su participación como integrante de una determinada comunidad, sino que principalmente lo empodera como líder comunitario y agente protagonista de la transformación y desarrollo social, que tanto anhelamos en el Perú.              

Tercero, los voluntariados constituyen espacios de interacción social propicios para el desarrollo de habilidades duras y blandas; dicho de otro modo, los voluntariados bien podrían ser considerados en núcleos para la gestión del talento humano y ciudadano. De acuerdo con Conexionesan (2015) las “habilidades duras son todas aquellas competencias vinculadas con los conocimientos técnicos […] y las habilidades blandas están asociadas al comportamiento de la persona, su desarrollo social, liderazgo y manejo emocional”. Para ilustrar lo anteriormente manifestado se podría referir que cuando un voluntario, por ejemplo, intenta crear conciencia ambiental en un grupo de adolescentes o jóvenes de su comunidad debe emplear habilidades duras para transferir los conceptos que el aprendizaje requiera, pero al mismo tiempo en la interacción se ponen de manifiesto habilidades blandas como trabajo en equipo, creatividad, liderazgo, proactividad, entre otros.

Como se ha podido apreciar, las fortalezas del voluntariado que se practica en el Perú pueden ser muy bien aprovechadas para el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad en el Perú. No olvidemos que los voluntarios, en definitiva, también integran como ciudadanos la comunidad y gracias a su accionar colectivo representan claros ejemplos de ciudadanía; es decir, nos demuestran lo que señalara en vida el líder, pensador y pacifista hindú, Mahatma Gandhi: “Sé el cambio que deseas ver en el mundo”. De ahí que, los voluntarios no asumen una actitud pasiva frente a lo que sucede en el entorno social más próximo, sino que, por el contrario, adoptan una disposición más proactiva que los mueve, de manera colectiva, a generar el cambio positivo asumiendo un liderazgo ciudadano con el genuino interés de alcanzar el bien común.

Voluntariado, democracia y gobernabilidad

Por supuesto que el voluntariado puede contribuir con el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad en el Perú, puesto que, la mística de formación y dinámica de interacción social que caracteriza a las agrupaciones de voluntariado son perfectamente compatibles con valores cívicos del buen ciudadano; así como, el alcance que podrían tener estos mismos colectivos ciudadanos para articular con otras instancias del gobierno, a nivel local, regional y nacional con el propósito de fortalecer la gobernabilidad en el país. Un claro ejemplo de lo anteriormente mencionado, lo constituye el Voluntariado del Jurado Nacional de Elecciones impulsado por la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica Ciudadana (DNEF) y que coadyuva con el fortalecimiento de la democracia, a través de acciones educativas y de sensibilización dirigidas a la ciudadanía.

Cuando se identifican los valores democráticos, que se aprecian en sociedades que apuestan por este modelo de sistema político, y se los contrasta con aquellos que forman parte de la cultura del voluntariado, entonces se pueden registrar vínculos muy estrechos. Por ejemplo, uno de los valores que se puede reconocer tanto en la dimensión de la democracia como en el voluntariado se refiere al “bien común”. Al respecto, Schultze (2014) lo define de la siguiente manera:

Se refiere en general al bienestar de todos los miembros de una comunidad y también al interés público, en contraposición al bien privado e interés particular; también puede definirse como el fin general o como los objetivos y valores en común, para cuya realización las personas se unen en una comunidad. (p. 157)

A la luz de la definición anteriormente mencionada, el bien común se materializa permanentemente desde el accionar del voluntariado; y, por ende, contribuye de forma directa con la formación cívica y democrática tanto del ciudadano-voluntario como del ciudadano-beneficiario. Por aquí un ejemplo: la organización “Kay Pacha, aquí y ahora” implementó el año pasado y a raíz de la crisis generada por la pandemia de la COVID-19, en la región Ica, el programa de emprendimiento para mujeres “Sinchi Warmi” destinado a fortalecer las habilidades de emprendimiento de mujeres pertenecientes a poblaciones vulnerables, pero con ganas de salir adelante. Se movilizaron más de 30 voluntarios para ejecutar este programa en aproximadamente un mes lográndose de esta forma alcanzar el ODS 3, referido a garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.

Bobbio y Matteucci (1998, como se citó en Girao, 2012) definen el término de gobernabilidad como la relación de gobierno, es decir, la relación de gobernantes y gobernados, por lo tanto, la relación compleja entre los dos entes es lo que permite hablar de gobernabilidad. Para nadie es un secreto que, en los últimos años, la relación entre gobernantes (Estado) y gobernados (ciudadanos) no ha sido la más adecuada, básicamente por el alto nivel de desconfianza que tienen los gobernados respecto de los gobernantes. En el informe técnico “Perú: percepción ciudadana sobre gobernabilidad, democracia y confianza en las instituciones”, publicado en el 2018 por el INEI, revela que entre las instituciones públicas percibidas como menos confiables por la ciudadanía destacan: partidos políticos (90.7%), Congreso de la República (87.44%), gobiernos regionales (80.5%), etc. Lamentable realidad que debe merecer, cuando menos y como sociedad, nuestra particular atención, reflexión y diálogo.

Y ahora, preguntémonos: ¿cómo es que el voluntariado puede contribuir con el fortalecimiento de la gobernabilidad en nuestro país? La mística y dinámica del voluntariado pueden promover la práctica de una ciudadanía responsable, participativa y vigilante que contribuyan con la gobernabilidad del Perú. Primero, en cuanto a la ciudadanía responsable, los voluntariados, como expresión de la sociedad civil organizada, fomentan los valores democráticos entre sus miembros tan necesarios para asegurar la gobernabilidad. Segundo, con relación a la ciudadanía participativa, los voluntariados promueven prácticas que fortalecen los vínculos entre la ciudadanía y los gobernantes, como aliados estratégicos. Por último, los voluntariados pueden convertirse en centinelas o vigilantes del accionar de las autoridades e instituciones de la sociedad civil a nivel local, regional y nacional.

No quiero terminar este ensayo sin antes compartirles que, desde el 2017, he incorporado el voluntariado a mi filosofía de vida. Me desempeño como facilitador de la Escuela de Líderes por la Paz en América promovida por la Red Internacional de Estudiantes por la Paz (Red Espaz, Perú); y gracias a esta experiencia, puedo dar fe del rol protagonista y constructivo que vienen asumiendo los voluntariados en favor del desarrollo sostenible del país. Por lo tanto, considero que la sociedad civil puede encontrar a través de los voluntariados un importante espacio para la formación ciudadana, escuelas de valores democráticos y agentes que contribuyan con la gobernabilidad de nuestro país. Abrigo la esperanza que, en el marco del Bicentenario del Perú, los voluntariados sigan trascendiendo en la vida de muchos compatriotas que aspiramos a edificar un país con menos brechas sociales, más democrático e inclusivo.


Mg. Jesús Paiba Samamé:
Docente universitario

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